AMLO o Biden, ¿quién viola más derechos humanos?

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California-Mexico Studies Center
By Gonzalo Santos | NorteAmerica | MAR. 31, 2023 | Photo by Getty

El siniestro confirma que los derechos humanos más violados en México son los de los solicitantes de refugio embotellados en las fronteras o expulsados por Estados Unidos, y que se requiere una política migratoria diametralmente opuesta a la actual, impuesta por los Estados Unidos, si México aspira a ser un ejemplo de “humanismo mexicano” y soberanía, y no de estado vasallo y violador.]

Por las declaraciones que hizo hoy [marzo 21] el presidente Andrés Manuel López Obrador en su réplica al reporte estadounidense sobre derechos humanos en México, impresiona que AMLO no deja de ser fiel aliado de Donald Trump, al que ahora defiende ante los múltiples cargos criminales que enfrenta, y por otro lado no ve la necesidad de mencionar las flagrantes violaciones a los derechos humanos de los migrantes y diásporas mexicanos y latinoamericanos en Estados Unidos. Por otro lado, el dizque reporte completo evade analizar la masiva y sistemática violación de los derechos humanos de los migrantes en México, en sincronía con las políticas migratorias de contención de Estados Unidos.

A estas alturas ya no se puede pretender que las crueles e inhumanas políticas de criminalización, contención, y expulsión de migrantes en ambos países se justifican por “razones de estado” – ya sea la “seguridad nacional” de Estados Unidos, cuando en realidad son producto de una ola de xenofobia y paranoia racial blanca, o la necesidad de llegar a “acuerdos” migratorios “humanitarios” en aras de proteger a los migrantes mismos o llevarla bien con el principal socio comercial de México, cuando en realidad México se ha vuelto un país guardián migratorio por amenazas e imposiciones, y sus relaciones económicas son cada vez más asimétricas y desventajosas para la mayoría de los mexicanos.

Sabemos que en noviembre del 2018 Mike Pompeo y Donald Trump amenazaron al entrante secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, con cerrar las fronteras si México no cooperaba con recibir a decenas de miles solicitantes de asilo expulsados, bajo el infame programa “Quédate en México”. Lo inaudito fue que Ebrard inmediatamente claudicó y puso como única condición que no se le informara a la nueva embajadora mexicana, Martha Bárcena.

Medio año después ni siquiera se molestaron en amenazar en privado al gobierno de la 4T. Trump humilló públicamente a México amenazando con imponer aranceles si México no dirigía a su nueva Guardia Nacional a interceptar migrantes. La claudicación inmediata se celebró en un magno evento en Tijuana como un triunfo de la diplomacia y buena vecindad. Al evento no fueron invitados ningunas de las organizaciones pro-migrantes en Tijuana o San Diego.

Siguió la simulación de una relación bilateral sana y amistosa, al grado de que AMLO emprendió su primer viaje a Trump para “agradecerle” su “buen trato a la comunidad mexicana y mexicoamericana”, justo en tiempos de la campaña reeleccionista del susodicho.

Cuando Joe Biden entró a la Casa Blanca, siguió la simulación y las demostraciones de “amistad” y “buen vecindad”, a pesar que Biden ha renegado de sus promesas de campaña y adoptado las mismas políticas draconianas en la frontera que su antecesor, solo “maquilladas” – abrió una muy pequeña y alta ventana por donde pocos solicitantes de asilo pueden lograr visas, y cerró todas las puertas al resto (también abandonó a los 11 millones de indocumentados que llevan décadas de enfrentar cárceles y deportaciones). Nada de eso ha causado protesta alguna del gobierno mexicano, sino al contrario, más celebración de la excelente cooperación bilateral.

En enero, antes de verse en la “Cumbre de Norteamérica” en la CDMX con sus homólogos AMLO y Trudeau, Biden anunció en Texas que dejarían entrar 30 mil asilados de 4 países al mes a cambio que México reciba otro tanto de expulsados. Y hace poco reveló la Casa Blanca que está bajo consideración encarcelar de nuevo familias de refugiados que crucen la frontera sin permiso. Nada de esto causó el más mínimo comentario por parte de AMLO o Ebrard.

Lo que sí causó una gran indignación y fuerte réplica del presidente mexicano fueron las recientes propuestas de congresistas republicanos de declarar a los cárteles mexicanos organizaciones terroristas con el propósito expreso de intervenir militarmente en México, dado los estragos del fentanilo en EE.UU. AMLO cuidó de insistir en el gran respeto de Biden a la soberanía mexicana al condenar a los “mequetrefes” republicanos intervencionistas/

Todo ese andamiaje se desplomó cuando el departamento de Estado de la administración Biden emitió su reporte anual obligatorio sobre México al Congreso, enumerando con datos duros y verídicos las graves violaciones a los derechos humanos en México, pero evadiendo las gravísimas violaciones que atañen a los migrantes. Luego el secretario de Estado compareció ante el Congreso y confirmó que hay regiones de México bajo control de los cárteles.

AMLO se quedó de repente sin su narrativa de continua “amistad” y “respeto a la soberanía”.

¿Y ahora qué? Muy aparte que el reporte expone la verdad incómoda sobre las pésimas condiciones de violencia de estado, de los cárteles, contra los periodistas y los derechos humanos de la ciudadanía en México, ¿qué queda de la fingida “amistad y apoyo” del presidente Biden?

AMLO anda dando bandazos desde entonces. Usar los serios líos legales del impresentable de Trump como “réplica” al reporte es no solo caer en la narrativa falsa y tendenciosa de los mismísimos republicanos trumpistas que acaba de acremente criticar, sino que revela, ya sin excusa posible, su afinidad al peor presidente anti-mexicano – racista acérrimo y neofacista –en la historia moderna de EE.UU.. Se chamusca de paso con las diásporas latinas que aborrecen a Trump justificadamente. Y queda reducido como un estadista palero de tercera – ¡el único en el mundo que ahora sale a cínicamente defender al Trompas (¡aparte de Putin!).

Todo esto le va a complicar mucho las cosas a quien quede de corcholatatriunfante de Morena para las elecciones presidenciales del año que entra – especialmente a MEC, que “hablando en plata” tiene ahora que limpiar todo el estiércol que se están arrojando su jefe y ambos partidos del duopolio gringo (que tampoco da pie con bola en tema migrante o de integración balanceada de Norteamérica).

Hay que decirlo con toda contundencia y claridad: las fronteras en Norteamérica ya desde hace tiempo dejaron de tener legitimidad, no solo en cuánto a obstaculizar el comercio y la migración, sino en todos los campos de la construcción de una región integrada – el social, el cultural, y el político.

Desear y fomentar la integración regional solo en UN aspecto – el económico -, y para colmo para beneficio exclusivo de las élites transnacionales capitalistas, es y ha sido una quimera desde que Carlos Salinas de Gortari y Bill Clinton se propusieron precisamente ese absurdo proyecto neoliberal de integración inconclusa en todo aspecto social.

Todo mundo sabe que por mutuo acuerdo se excluyó un acuerdo migratorio regional del TLCAN que entró en vigencia el 1ero de enero de 1994 – algo que todos celebraron en México, excepto los zapatistas, que tenían razón.

Lo mismo pasó con las dizque “negociaciones” (realmente imposiciones) del T-MEC, que entró en vigor el 1 de julio de 2020: excluye el tema migratorio de nuevo, a pesar de que la evidencia acumulada en el cuarto de siglo desde que empezó el proyecto de integración trunca demuestra como este proyecto genera la desigualdad social y la migración.

Trump amenazó con cancelar el proyecto mismo e imponer aranceles si México no reprimía los flujos migratorios, propios y extranjeros. Le tocó a AMLO firmar el T-MEC, con bombos y platillos, lambisconeándolo y traicionando – como todos sus antecesores – a los migrantes, refugiados y diásporas nacionales y extranjeras.

Ahora “se les metió” a ambos mandatarios el gran problema del narcotráfico y la enorme cantidad de muertes en la región – por adicción en EE.UU. y por criminalidad organizada en México. Sus fantasias de integración comercial ordenada, equilibrada, y próspera están siendo ahogadas en un baño de sangre y muerte compartido – ¡ese sí regional!

Y como no se puede tapar el sol con un dedo, en el reporte anual obligatorio del departamento de Estado al Congreso estadounidense de las condiciones de derechos humanos en el mundo, se tuvo que “soltar la sopa” en el caso de México, por más que Biden hubiera querido “hacerse pato” para llevarla mejor con su “amigo” AMLO, y viceversa.

Sí es cierto que nadie le ha dado a EE.UU. el derecho para juzgar los derechos humanos en otros países, y que Estados Unidos es una potencia injerencista prepotente y arrogante en ese y muchos otros asuntos de las relaciones internacionales. Y tiene toda la razón AMLO de mencionar a Julian Assange y otros temas (¡aunque se cuidó de no mencionar el largo y cruel maltrato a nuestra diáspora!).

Pero nada de eso no importa. Lo que importa es que todos los temas reales de la región – y no solo las disputas comerciales – “se les están metiendo” y echando a perder a su muy adorado proyecto de integración neoliberal compartamentalizado.

Eso es lo que pasa cuando los estadistas y las élites que representan caen víctimas de sus propias fantasías, alevosas y mendaces para empezar; pero se supone que son para consumo popular – ¡no para que ellos se las traguen!

No habrá integración balanceada, ordenada, justa y próspera de la región de Norteamérica hasta que no se incorporen los temas sociales, ambientales, culturales, y políticos (derechos humanos) a un nuevo proyecto de integración regional.

Acá desde las diásporas mexicana y latinoamericanas en Estados Unidos, vemos con inmensa tristeza y enfado las disputas entre los gobernantes mexicanos y estadounidenses, que nos tienen arrumbados e ignorados – desde “gayola.” ¡Y eso que somos parte esencial de la solución y del futuro de toda la región!

Ya no le creemos a ninguno – ciertamente no al nefasto de Trump y los rabiosos republicanos, pero tampoco a AMLO y Morena, ni a Biden y a los traidores demócratas.

Para que les creamos tenemos que ver acciones audaces y contundentes, golpes de timón, y no más Teatro Kabuki.

A ver, presidente Biden: emita un indulto presidencial a los 11 millones de indocumentados perseguidos por su estatus migratorio irregular, pare las deportaciones y de un plumazo vacíe el gulag carcelario donde se pudren nuestros paisanos – mientras usted y AMLO ya se ponen a trabajar en serio para agregarle un régimen migratorio justo y libre a su incompleto y maltrecho T-MEC.

“Nosotros le mandamos a nuestro querido México $60 mil millones de dólares al año para que nos den la mano, nos apoyen y nos defiendan, no para que anden de vasallos y arrastrados de los que nos explotan y persiguen acá. Y acá en los Estados Unidos, nuestro trabajo aporta mucho más en generar riqueza y bienestar en este país, y exigimos ya se nos reconozcan y respeten nuestros plenos derechos como parte esencial de esta sociedad.”

Nosotros le mandamos a nuestro querido México $60 mil millones de dólares al año para que nos dén la mano, nos apoyen y nos defiendan, no para que anden de vasallos y arrastrados de los que nos explotan y persiguen acá.

¿Así o más claro, señores presidentes?

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