AMLO y sus asesores derrotaron a Andrés Manuel

CMSC
California-Mexico Studies Center

Por Primitivo Rodríguez Oceguera

AMLO y sus asesores siguieron muy bien, casi a la perfección, el manual Qué hacer para perder un debate presidencial. Además, cayeron en trampas de otro manual básico en procesos electorales que escribió y aplica Estados Unidos: Cómo descarrilar campañas y candidatos que no son de nuestro agrado. 

A ese respecto, por ejemplo, los representantes ante el Instituto Nacional Electoral (INE) de los partidos que postulan a López Obrador (Morena, Partido del Trabajo y Encuentro Social), aceptaron el modelo de debate abierto que propuso al INE el Instituto Nacional Demócrata, uno de los brazos operativos de la agencia norteamericana que más sabe en el mundo sobre debates, elecciones, campañas, fraudes electorales y golpes de Estado blandos, la Fundación Nacional para la Democracia. De igual manera, no se opusieron a que moderaran los debates analistas como Sergio Sarmiento, quien critica y duro -está en su derecho- a López Obrador. En el caso de Sarmiento y otros más hay de entrada un claro conflicto de intereses. A pesar de ello, los representantes de Andrés Manuel ante el INE poco o nada hicieron.     

Por lo mismo, Ricardo Anaya no ganó, sino que perdió Andrés Manuel. 

Incluso, el segundo perdedor de la noche fue justamente Anaya. Era el retador que tenía como objetivo noquear a López Obrador, y no pudo hacerlo, a pesar de lo incómodo, lento, desubicado y molesto que éste se encontraba. Lo dejo vivo y despierto, tanto, que el cierre del debate lo ganó Andrés Manuel. Fue la única parte en que venció, pero una de gran relevancia que le permitió por fin mostrarse seguro, cómodo y en terreno que goza y domina: el de hablar directamente a las electoras y electores, a la gente, al pueblo.    

Anaya supo golpear y lo hizo bien, mas no pudo noquear. En el debate, Anaya se vio como peso ligero y novato.     

Si en las semanas por venir AMLO y sus asesores siguieran al pie de la letra el manual Cómo bajarle quince puntos de intención de voto a Andrés Manuel, entonces Anaya o José Antonio Meade llegarán a Los Pinos. Esto podría suceder, en especial por todo el conocimiento acumulado que tiene Estados Unidos -el actor que más intereses se juega en la elección mexicana- sobre infiltrar y descarrilar partidos y campañas de candidatos que considera una amenaza a su seguridad nacional.

Washington no está con los dedos cruzados rogando a la Doctrina Monroe que no gane López Obrador. Por el contrario, tiene en movimiento a todas sus agencias, de la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional a la DEA y la Fundación Nacional para la Democracia, así como a las redes mexicanas de apoyo que éstas han creado, digamos, en medios de comunicación, ONG e instituciones electorales, para impedir el triunfo de Andrés Manuel. 

Si además, AMLO y sus asesores desconocen o no valoran en su cabal dimensión el reto que enfrentan, qué mejor para Estados Unidos y socios mexicanos.

Con todo, habría que recordar que Estados Unidos no es invencible. La historia contemporánea de América Latina y el Caribe así lo demuestran.

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